lunes, 8 de junio de 2009

Crónica de una crónica frustrada

El lunes estas cronistas recibieron la consigna de la semana (escribir una crónica describiendo una unidad básica del partido político elegido). Convenientemente esa noche, en Caiga Quien Caiga, Clemente Cancela informó en uno de sus reportajes que la sede central del PRO se encuentra en el centro porteño, sobre la esquina de Bolívar y Belgrano. Allí se dirigieron el martes pasado por la mañana, donde luego de tocar timbre repetidas veces frente a las imponentes puertas del lugar, las cronistas fueron atendidas por un señor que, luego de escuchar su presentación, indicó que se dirigieran a la sede de Barracas, ubicada en Uspallata y Piedras, al día siguiente a las 4 de la tarde. No se lograba divisar el interior del lugar porque el hombre bloqueaba la entrada del local, mientras la puerta se deslizaba casi imperceptiblemente hacia las cabezas de nuestras enviadas, pero se distinguía una serie de sillas blancas de plástico ubicadas en forma de repertorio, en un salón aparentemente vacío. El miércoles en el lugar indicado, se ubicaba un local pintado de llamativo amarillo, cerrado con dos grandes candados. Por la ventana y se veían dos computadoras y algunos afiches de los candidatos pero ninguna señal de movimiento reciente. Ante la decepción de no encontrar nada para el trabajo en este lugar, las cronistas decidieron caminar hacia el centro y se dirigieron por segunda vez a la sede central. Luego de tocar varias veces el timbre e intentar entrar fueron atendidas por la chica que había atendido a Clemente Cancela dos días atrás en su nota. La incomodaron recordándole el momento y las dejó entrar. Ella explicó que a pesar de sus buenas intenciones no había mucho que pudiera contarse, ya que aunque el local cuenta con cuatro pisos, aún no hay muchas personas trabajando: el hombre que se encontraba allí el martes, encargado de la organización en planta baja, donde además de las sillas blancas se veía un escritorio y dos computadoras que el técnico estaba instalando; cuatro chicos en el subsuelo encargados de la página web; y en el primer piso otro técnico instalando los teléfonos. Ella, sin una función clara, contó: “me dijeron que venga, pero todavía no pasa nada, dijeron que inauguran el viernes pero…”. Por lo que nuestras enviadas fueron cordialmente invitadas a intentarlo nuevamente la semana próxima.


Por: Bárbara Bonfili y Paula Pissaco